por Miguel Angel Rouco
A medida que avanza el año, el gobierno va renovando sus apuestas y mientras la inflación vaya cediendo podrá contar con mayor margen de maniobra.
No es casual entonces, que la idea “del peor momento” sea un concepto unívoco en el gobierno y se intente imponer para tratar de ganar tiempo frente a los numerosos reclamos de los distintos grupos de presión.
Entre la necesidad de conseguir nuevas inversiones, la llegada de capitales atraídos por una tasa de interés en pesos tentadora y por el pico de la cosecha, la apreciación del peso y la demora en bajar la inflación, el gobierno necesita que el reloj corra más rápido.
La abundancia de divisas y la caída del tipo de cambio abrieron un nuevo debate en la economía que pierde competitividad no sólo por la sobreoferta de dólares sino por las innumerables trabas que conspiran contra una mejora para los exportadores.
De allí que resultan extrañas las versiones que hablan de un inminente blanqueo de capitales que traería más tensiones sobre el tipo de cambio, obligando al Banco Central a emitir más pesos, lo cual podría alimentar la inflación.
Además, un blanqueo requiere de una armonización normativa con la legislación internacional en materia de lavado de dinero y de neutralización tributaria. “Por ahora, el tema del blanqueo está muy verde, falta mucho trabajo técnico y estimamos que recién a fin de año podría haber un trabajo integral”, manifestaron técnicos tributarios.
Pero las extravagancias de la casta política argentina hacen que en menos de seis meses, se pase de una escasez de divisas a una abundancia de dólares y así como, en ese lapso, se logró salir del cepo cambiario y solucionar la deuda con los holdouts.
El gobierno no aprovecha plenamente el buen clima de negocios para la Argentina. Por adoptar el gradualismo, y dejar de lado una política de shock fiscal, basada en una drástica reducción del gasto público, ahora debe salir a mendigar inversiones, por la falta de reglas claras de juego para el capital.
Los inversores se muestran renuentes a desembarcar en estas playas porque la economía no remonta, tiene un desequilibrio en las cuentas públicas muy alto y existen dudas respecto del perfil fiscal.
“Hasta ahora no hay un horizonte claro para hundir capital en la Argentina. Vemos que persiste la indisciplina fiscal tanto a nivel nacional como provincial y la tendencia a financiar el déficit mediante la colocación de deuda no es buena, como tampoco es buena la política de aumentar la presión fiscal, si antes no se corrige las causas que generan el déficit”, explicó un asesor económico de un importante banco extranjero.
Pero los desequilibrios fiscales no son sólo nacionales sino también provinciales y lo que asusta a los expertos son los altos niveles de imposición que sumados a la falta de infraestructura, quitan competitividad a la economía en su conjunto.
Por ahora, al presidente Macri no le acercan un plan fiscal integral que le permita crear las condiciones para atraer inversiones, las grandes obras de infraestructura prometidas se hacen esperar y no se pueden bajar los costos de producción de los bienes argentinos.
La falta de inversiones en infraestructura -tanto en energía como en transporte-, aumenta los costos de producción, no permite aumentar la competitividad y pone en riesgo el saldo comercial.
La falta de un plan fiscal obliga al Banco Central a redoblar esfuerzos para contener la suba de precios y a pesar de que pueda haber una tendencia declinante, la inflación mantiene un piso muy alto.
Por ahora, sólo se busca ganar tiempo aunque con un costo muy elevado.
DyN.